domingo, 12 de febrero de 2017

"El adiós", Charles Van Lerberghe

EL ADIÓS

El ocaso refrescaba en las rosas. Inquietos por turbar ese desfalleciente encanto, seres desconocidos, voluptuosamente, atenuaban las cosas con velos de jacinto, semejantes al mar. Todo se borraba en un silencio calmo convirtiéndose en imperceptible ayer. Las cosas que morían parecían inmortales, otras, lánguidamente, se exhalaban al cielo, y para que al pensar no quedaran más penas, olvidándonos, se decían olvidar.

Pero, en esa hora suprema nuestros rostros tendían aún a la felicidad, rezagados en la tarde, en el adiós, en el llanto, en nosotros mismos rezagados; querríamos, aunque sea en vano toda esperanza, revivir el día hermoso y, solos, alcanzar la noche, pues solos, no sabemos separarnos de las cosas, a la hora en que el perfume se separa de las rosas, y la luz de nuestro umbral.

Charles van Lerberghe

Poesía Francesa Simbolista, ed,GREDOS. 2005

pag 130

Fotografía: Angel Thanatos

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