A Maurice Rollinant
Soñé divinos amores,
ebriedad de brazos y de vinos,
oro, plata, vanos reinos;
Yo dieciocho años, Ella, dieciséis.
Por gratos senderos
cabalgaríamos nuestros alazanes.
¡Lejos el tiempo de ingenuas
confesiones y temerarios deseos!
Sólo hay plata en mi pelo.
Las almas que necesitaría,
igual que las estrellas, están lejos.
Moriré borracho, en un rincón cualquiera.
Charles Cross